martes, 6 de septiembre de 2016

MEMORIA DE UNA ESPERANZA


Por: Andrés Felipe Torres


 MEMORIA DE UNA ESPERANZA

Este lugar ha sido testigo de la variedad de costumbres y vivencias zipaquireñas, a pesar de los constantes cambios y escenarios culturales que ha adquirido a través del tiempo, siempre se ha caracterizado por su atractivo ambiente hospitalario; El Parque de la Esperanza, uno de los tantos nombres por el cual se ha dado a conocer. Fue construido sobre un terreno amplio y desolado ubicado en el municipio de Zipaquirá.

Como su nombre hace alusión, este lugar era la única esperanza que tenía Zipaquirá para generar un cambio, cambio que representaría un crecimiento demográfico, ampliación de su economía y además ser un estratégico punto turístico. Aproximadamente en la década de los 50 los productos del campo llegaban a este terreno para ser comercializados por los habitantes del pueblo y sus alrededores, este lugar era dado a conocer como la Plaza de Ferias donde también se ubicaba el coliseo de exposiciones. La plaza de ferias adquiría su mayor esplendor los días de mercado realizados el día martes y en ocasiones los domingos, se evidenciaba la famosa feria del ganado gracias a las corralejas que allí posaban, esta plaza impulsó la gastronómia de la región para permanecer en el legado de la amplia historia del municipio, así mismo predominaba en aquel lugar las melodías, donde se realizaban espectáculos musicales en el cual los principales actores y espectadores eran los campesinos, fiestas y acontecimientos que alcanzan a tocar el corazón de aquellas personas que con una gota de nostalgia aún recuerdan los gratos momentos vividos allí. Además uno de los principales agentes para el encuentro de tantas personalidades en este lugar era el Tren de la Sabana, en el cual tras un largo viaje por las vías férreas colombianas paraba a descansar en la admirada estación del tren ubicada a escasos metros de la plaza.

Bajo la política del alcalde de Zipaquirá Everth Bustamante, quien tenía gran admiración y visión por Zipaquirá, se traslada esta Plaza de Ferias junto con las corralejas al Frigorífico municipal, tras el traslado se adecuó este espacio para la sede del cuerpo de bomberos de Zipaquirá y para la presentación de circos y espacios recreativos además de un amplio parqueadero. Siendo totalmente remodelado el lugar para el año 2003, se inaugura el Parque Central de la Esperanza, y se restaura la estación del tren, lugar que es reconocido en el año 1993 por el Concejo Nacional de Monumentos como edificio de interés histórico ya que resalta por su arquitectura elegante y colonial, capaz de devolver el tiempo a cualquier hombre que hubiera compartido parte de su vida cerca de esta construcción.



Risas, alegría, esparcimiento y libertad nacieron tras la nueva adecuación del lugar, el reflejo del cielo se evidenciaba en un perfecto espejo de agua  que tiernamente calmaba la sed de los animales, sin embargo con el correr de las manecillas del reloj se adecuó este lugar dejando de lado aquella pasividad y calma por un ambiente más estrepitoso, el espejo de agua le cedió su lugar a un ambiente más juvenil y dinámico con la construcción de un skatepark, allí los jóvenes tendrían un espacio de distracción y recreación, parte del parque infantil pasó a ser un pequeño teatro al aire libre con unas hileras de fríos asientos de cemento donde se podrá apreciar alguna exposición cultural. Pero las zonas verdes siguen predominando tras tantas remodelaciones donde aún los paisanos de Zipaquirá pueden tener un lugar de esparcimiento.

Otro lugar recordado por la memoria de los zipaquireños es conocido como el Parque de la Esmeralda, que a mediados de la década de los años 20 era un terreno desolado, la ausencia de edificaciones abundaba, pero es para mediados de los años 50 que se da inicio a la construcción de una capilla para culto católico, a donde acudían los más fieles feligreses. Con el tiempo se construye edificaciones, viviendas, destinadas a ser un resguardo para los pueblerinos que habitaban esta parte de la Ciudad de la Sal. Durante un largo periodo de tiempo, se realiza en este amplio terreno corridas de toros o conocidas comúnmente como corralejas, que por cierto, fue de los primeros lugares de la región de Cundinamarca en realizar este tipo de espectáculos, los cuales aún quedan recuerdos intactos en las memorias de las personas que fueron testigos de estos eventos. Las edificaciones se adueñan del lugar, entre ellas el polideportivo social que se adecuo como centro de eventos deportivos y se llevaban a cabo conciertos, curiosamente en el sitio donde se realizaban estos espectáculos había una concha acústica y allí mismo se ubicaba una pequeña plaza de mercado donde se comercializaba, fruta y textiles, es por ello que los habitantes tenían varias razones para acudir a este lugar, razón por la que la economía de Zipaquirá tuvo gran auge. El tiempo pasó, década tras década y al llegar al año 2011 un nuevo estilo arquitectónico se adueña de este lugar, un hermoso parque que hace perfecta armonía con una iglesia católica que se encuentra frente a él además con ellos varios  kioscos naturales, tan naturales como los acontecimientos que hacen de Zipaquirá un lugar mágico e histórico del cual su legado se debe recordar y nunca dejar desvanecer.






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