LA PLAZA
UN PATRIMONIO OLVIDADO
La plaza de
Zipaquirá un lugar con historia la cual está en miles de sitios web y
libros históricos traducidos a muchos idiomas, que relatan las memorias
de su catedral
de sal, de sus mártires, políticos y de
grandes escritores que vivieron en el municipio, pero en todos estos sitios se
deja de lado uno de los muchos patrimonios culturales del municipio, la plaza
de mercado del pueblo llamado Villa de la Sal, ubicada hace más de 60 años
en la décima con Esmeralda,
al pasar el tiempo la infraestructura se fue deteriorando y debido a ello tuvo
que ser trasladada a lo que hoy conocemos como el parque de la Independencia, en ese lugar duró más
de 37 años, pero hace siete años fue reubicada en la séptima, momento en el
cual la economía de los vendedores decayó ya que el sitio en el que están es
más pequeño y menos reconocido por los habitantes Zipaquireños, la plaza tiene
1200 metros cuadrados, cuenta con dos entradas, la principal queda en la
carrera séptima diagonal al terminal
de transporte municipal y la segunda queda por la octava, este nuevo
espacio está dotado con más de 48 locales, de
mercado, pescado,
cárnicos, pollo, ropa , especias, etc.
Al ingresar por la entrada
principal se siente el olor a cebolla, pescado
y carne, el piso refleja el lugar donde nos encontramos, los residuos
de comida se adhieren a la suela de nuestros zapatos al caminar por este
lugar, el sonido de alborotado de voces se extiende hasta el último rincón ¡la
plaza está llena! A mano izquierda encontramos los baños y justo al lado
está el único restaurante que tiene la plaza llamado “Las monas”, sitio que por
sus exquisitos corrientazos para los comensales mantiene lleno, en especial en
un día como hoy martes, denominado el día de plaza, en el restaurante
hay platos como bofe, caldo de criadilla, gallina, morcilla y chunchullo, al seguir
nuestro recorrido observamos un local que tiene una gran variedad de especias
para sazonar nuestras comidas, también cuenta con plantas
medicinales ,aromáticas y
matas para adornar y dar vida a nuestro hogar, continuando el recorrido
llegamos al “hueco de la plaza” bautizado así por las mismas personas que
trabajan allí, este lugar tiene varios locales de ropa, zapatos, cubrelechos,
canarios y peces, al acercarnos a la segunda entrada de plaza el olor a pescado
invade y agudiza nuestro sentido del olfato, al girar a mano derecha
encontramos la sección de lácteos y pollo de la plaza.
Al lado se encuentra la
oficina del administrador, al dar unos pasos más el olor a carne cada vez es
más fuerte, allí encontramos las carnicerías en estos lugares están los
carniceros a la entrada de sus locales, con sus uniformes de color blanco
manchados de sangre y con las manos que reflejan el trabajo que realizaron
durante el día reciben a las personas con carisma y
determinación que hace más agradable el trabajo en la plaza con sus compañeros,
al llegar nuevamente a la entrada se puede observar la gran variedad de frutas
y verduras que hay, el rojo del tomate, el naranja de la zanahoria,
el verde de la manzana, la tierra que cubre la papa hacen que este lugar sea el
lugar más colorido al cual alguien ha entrado, el brillo de las uvas, ubicadas
en cada uno de los puestos marcan la concepción de color más puro que se pueda
imaginar; la plaza no se puede convertir en un patrimonio olvidado por el
municipio Zipaquireño, de esta forma logra llamar la atención de sus habitantes
por sus productos frescos y precios que se ajustan al bolsillo de cada persona,
la Plaza Villa de la Sal cuenta con dos riqueza que a simple vista puede ser la
calidad humana y el mercado que se vende en ella, pero el conocimiento y la
historia que alberga este lugar permite saber más de Zipaquirá, al ver los domingos
y los días de plaza a los abuelos y a las familias ir a hacer su mercado nos damos
cuenta que la plaza es una tradición que no se puede perder, miles de historias
que contar de este lugar se quedan en la inopia social, no somos conscientes de
toda la riqueza que nos rodea; más que la plaza de mercado es cultura, arte,
sabiduría y un patrimonio
que nos acompaña hace muchos años, de generación en generación y que en este
momento los jóvenes nos estamos encargando de olvidar todo lo que nuestros
abuelos y ancestros vivieron y que hace parte inmaterial de nuestra vidas así
no lo queramos aceptar. Por esto más que una crónica o un escrito cualquiera es
una reflexión a cuidar el patrimonio del municipio y para resaltar el trabajo
de cada una de las personas que se ganan la vida a diario en este lugar y que
se esfuerzan porque este lugar tan colorido y lleno de vida en cada rincón no
sucumba ante una sociedad regida por el olvido de sus habitantes.El pueblo crece y se
vuelve ciudad pero entre sus edificios grandes,
semáforos y globalización existe un lugar a disposición del que lo quiera
utilizar, un lugar que nunca dejará de existir ni siquiera en la ciudad
más grande un lugar en donde no importa si eres blanco o negro, alto o bajo,
pobre o si en cambio tienes toda la plata del mundo, cuando entres a la plaza
te vas a dar cuenta el gran tesoro cultural que guarda Zipaquirá en sus calles; tesoro
del que somos dueños todos, tu y yo y cualquiera que lo reconozca como
parte de su historia.
Escrita por: Daniela Vera Coronado
Escrita por: Daniela Vera Coronado
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