Fieles de Dios y la
iglesia en Zipaquirá
El padre Ciro y el padre Umaña son personajes destacados en el municipio salinero, gracias a sus actos humanitarios que lograron interceder y solucionar los problemas de la comunidad, también impartieron la palabra de Dios, buscando la fe en él.
Noches frías,
tenebrosas y dolientes atormentan a la comunidad Zipaquireña, un municipio colonial
de Sabana Centro, rodeado de
arborizados lugares con un espacio verde; las edificaciones avanzan de manera
muy rápida, tan rápida como cuando se reproducen aquellas especies
invertebradas. Se empieza a vivir el desorden urbanístico y la sobrepoblación,
causando estrés, contaminación, descapote de terrenos verdes y baldíos. Las
personas empiezan a hablar y a tener fe en seres supremos que pensando
positivamente pueden llegar a solucionar el caos cuando se les pide y se les
implora desesperadamente; uno de los principales seres supremos lo hacen llamar
Dios,
a quien todo el mundo le implora, le lloran sus penas y le agradecen día tras
día.
Zipaquirá es un
municipio conocido por su catedral de sal, por sus antiguos santuarios y por la
devoción de sus ciudadanos. Los domingos son considerados días sagrados, dónde
la mayoría del pueblo madruga a celebrar alabamientos a Dios, uniéndose a
hablar, rezar y cantar a él. Cada barrio y cada vereda cuenta con una
parroquia, pequeña o grande pero había al menos una parroquia a excepción del sector
de Barandillas, allí no hubo una parroquia durante vario tiempo pero había
un gran personaje, un fiel seguidor de Dios, tan fiel que adoptó su fe como una
profesión o más que una profesión lo llaman casarse con la iglesia, ahí es
cuando pasan de ser un ciudadano común a ser un sacerdote, cura, padre o como
se quieran llamar los seguidores de Dios; este sacerdote llamado Ciro nativo
del municipio
de Guachetá, tenía un corazón noble y sensible, cada momento de dificultad
en su barrio le afectaba como si le ocurriera directamente a él; brindaba ayuda
en momentos de escases, hacía eventos comunitarios en busca de recolecta de
dinero para saciar tantas necesidades por las que el barrio estaba pasando. El
padre Ciro estudió en el seminario mayor de San José, allí se conoció con el
sacerdote Tobías de la Universidad Uniminuto de Zipaquirá, ambos seguidores de
Dios y la música. Ciro como persona humanitaria
y de buen corazón le prometió a su comunidad construir la parroquia del
barrio; para empezar a levantar las paredes de la anhelada parroquia, hacía
almuerzos comunitarios, misas en las casas, preparación para la catequesis,
primeras comuniones, matrimonios, exorcismos, rezos para los enfermos y en
Semana Santa realizaba el viacrucis sin falta, logrando recolectar una
parte del dinero para llevar a cabo el proyecto de la parroquia. Se empezó a
construir la parroquia, no iba por la mitad y al padre Ciro le salió una
propuesta de trabajo en Estados Unidos, por lo tanto él decide viajar, siendo
una triste partida le promete a su comunidad regresar y terminar la parroquia.
Estando en Estados Unidos sufrió un trágico accidente que despojó en él las
ganas de vivir, su columna fue la principal afectada quedando inválido durante
un largo tiempo; esto lo hizo regresar a Colombia, duró un tiempo en la casa
sacerdotal de Chía y otro tiempo en Zipaquirá, a su llegada lo acogió la
comunidad de Barandillas y lo ayudaron junto con el padre Umaña; asistió a
terapias para fortalecer la columna, él tuvo fe y puso su columna en manos de
Dios, después de varias sesiones el padre Ciro recuperó movilidad,
permitiéndole volver a caminar y sanar a sus enfermos, claro cuando estuvo sin
movilidad en sus piernas no fue impedimento para realizar las misas y
sanaciones.
Diocesis de Zipaquirá
Foto por: Reinaldo Causino
El padre Fernando Umaña
Montoya residente del barrio San Pablo de Zipaquirá, muy amigo y colega del
padre Ciro, también fiel a Dios, fue el fundador de los Foyer de Charité en Colombia, un grupo laico apostólico con el fin de propagar la fe, caridad y amor
entre los hombres. En semana santa de 1999 hizo un retiro
espiritual en el Foyer de Zipaquirá, en busca de estar en contacto con sus
pensamientos, sentimientos y reflexionar encontrando a Dios en lo más profundo
de su alma mediante sus oraciones, en ese ambiente logró limpiar la carga
negativa que él sentía haber adquirido en la ciudad de Bogotá. Tan fiel a Dios
y a la iglesia que rezaba el rosario todos los santos días a las seis de la
mañana, oficiaba dos misas diarias, daba conferencias de los misterios para
incentivar el amor de nosotros hacia Dios y demostrar el de Dios hacia nosotros.
Él afirma haber recibido mensajes de Jesucristo
que las reveló en 1959 junto con las visiones del padre Pío.
Padre Umaña con dos integrantes de su familia
Foto por: María Victoria Santana
Profesor Andrés Ordóñez explicando su conocimiento sobre la vida del padre Umaña
Foto por: María Victoria Santana
El padre Umaña acogió
varios voluntarios del retiro para llevar mensajes a los hogares, familias
amigos y conocidos. Él presentía venir algo trágico y nunca visto o por lo
menos en Zipaquirá nunca se manifestó; le preocupaba los tantos pensamientos
negativos de las personas malas, rezaba por la maldad y la delincuencia, por la
estafa y poca fe y causal a esto, vio venir al mundo para el año 1999, sumido
en oscuridad absoluta o al menos en tres días de oscuridad total, el comunicado
del padre Umaña, eran recomendaciones
para cuando llegaran estos días de oscuridad, advirtiendo que había que tener
cirios de color blanco, benditos por un santo con el año tallado en ellos, no
se podría tener mascotas dentro de la casa, los vidrios deberían estar sellados
con cinta en forma de cruz, en cada puerta tener el símbolo del espíritu santo,
sus seguidores empezaron a divulgar la información junto con varios medios de
comunicación, por medio de la radio, televisión y prensa. Toda la comunidad
anonadada, asustada y algo traumada empezaron a conseguir todo lo dicho por el
padre, aterrorizados esperaban esos días impuros y llenos de oscuridad; pasaron
todo el año asustados, llegó el año 2000 y jamás hubo oscuridad absoluta. Umaña
interpretó que la oscuridad no se vio reflejada en el día apagando el sol, si no
en las mentes y en el alma de cada pecador. Entre tantas cosas increíbles y no
increíbles que realizaron los padres Ciro y Umaña, son dos personajes
reconocidos mayormente en el municipio de Zipaquirá gracias a su entrega a la
comunidad y la incentivación a amar a Dios; dejaronhuella, una huella que a muchos le gustaría dejar. Desafortunadamente o
afortunadamente el tiempo pasa rápido, trayendo vejez para aquellos que ya
vivieron lo suficiente, los dos padres se encuentran enfermos, cada uno de
ellos asiste a sus médicos por lo menos una vez a la semana, sus dietas y
medicamentos son estrictos, son cuidados por personas capacitadas en salud, lo
que les impide oficiar sus misas diarias en los templos, la comunidad les
agradece sus valiosas labores realizadas, aún los aclaman y los extrañan, pero
así como ellos ayudaron a la comunidad, la comunidad busca las mejores maneras
de poder ayudarlos a ellos dos por medio del ser supremo llamado Dios.
Realizado por: Laura
Camila Rodríguez Martín.
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