martes, 6 de septiembre de 2016

LA PLAZA UN PATRIMONIO OLVIDADO

LA PLAZA UN PATRIMONIO OLVIDADO

La plaza de Zipaquirá un lugar con historia la cual está en miles de sitios web y libros históricos traducidos a muchos idiomas,  que relatan las memorias de su catedral de sal, de sus mártires, políticos y de grandes escritores que vivieron en el municipio, pero en todos estos sitios se deja de lado uno de los muchos patrimonios culturales del municipio, la plaza de mercado del pueblo llamado Villa de la Sal, ubicada hace más de 60 años en  la décima con Esmeralda, al pasar el tiempo la infraestructura se fue deteriorando y debido a ello tuvo que ser trasladada a lo que hoy conocemos como el parque de la Independencia, en ese lugar duró más de 37 años, pero hace siete años fue reubicada en la séptima, momento en el cual la economía de los vendedores decayó ya que el sitio en el que están es más pequeño y menos reconocido por los habitantes Zipaquireños, la plaza tiene 1200 metros cuadrados, cuenta con dos entradas, la principal queda en la carrera séptima diagonal al terminal de transporte municipal y la segunda queda por la octava, este nuevo espacio está dotado con más de 48 locales, de mercado, pescado, cárnicos, pollo, ropa , especias, etc.

Al ingresar por la entrada principal se siente el olor a cebolla, pescado y carne, el piso refleja el lugar donde nos encontramos, los residuos  de comida se adhieren a la suela de nuestros zapatos al caminar por este lugar, el sonido de alborotado de voces se extiende hasta el último rincón ¡la plaza está llena!  A mano izquierda encontramos los baños y justo al lado está el único restaurante que tiene la plaza llamado “Las monas”, sitio que por sus exquisitos corrientazos para los comensales mantiene lleno, en especial en un día como hoy  martes, denominado el día de plaza, en el restaurante hay platos como bofe, caldo de criadilla, gallina, morcilla y chunchullo, al seguir nuestro recorrido observamos un local que tiene una gran variedad de especias para sazonar nuestras comidas, también cuenta con plantas medicinales ,aromáticas y matas para adornar y dar vida a nuestro hogar, continuando el recorrido llegamos al “hueco de la plaza” bautizado así por las mismas personas que trabajan allí, este lugar tiene varios locales de ropa, zapatos, cubrelechos,  canarios y peces, al acercarnos a la segunda entrada de plaza el olor a pescado invade  y agudiza nuestro sentido del olfato, al girar a mano derecha encontramos la sección de lácteos y pollo de la plaza.   




Al lado se encuentra la oficina del administrador, al dar unos pasos más el olor a carne cada vez es más fuerte, allí encontramos las carnicerías en estos lugares están los carniceros a la entrada de sus locales, con sus uniformes de color blanco manchados de sangre y con las manos que reflejan el trabajo que realizaron durante el día reciben a las personas con carisma y determinación que hace más agradable el trabajo en la plaza con sus compañeros, al llegar nuevamente a la entrada se puede observar la gran variedad de frutas y verduras que hay, el rojo del tomate, el naranja de la zanahoria, el verde de la manzana, la tierra que cubre la papa hacen que este lugar sea el lugar más colorido al cual alguien ha entrado, el brillo de las uvas, ubicadas en cada uno de los puestos marcan la concepción de color más puro que se pueda imaginar; la plaza no se puede convertir en un patrimonio olvidado por el municipio Zipaquireño, de esta forma logra llamar la atención de sus habitantes por sus productos frescos y precios que se ajustan al bolsillo de cada persona, la Plaza Villa de la Sal cuenta con dos riqueza que a simple vista puede ser la calidad humana y el mercado que se vende en ella, pero el conocimiento y la historia que alberga este lugar permite saber más de Zipaquirá, al ver los domingos y los días de plaza a los abuelos y a las familias ir a hacer su mercado nos damos cuenta que la plaza es una tradición que no se puede perder, miles de historias que contar de este lugar se quedan en la inopia social, no somos conscientes de toda la riqueza que nos rodea; más que la plaza de mercado es cultura, arte, sabiduría y un patrimonio que nos acompaña hace muchos años, de generación en generación y que en este momento los jóvenes nos estamos encargando de olvidar todo lo que nuestros abuelos y ancestros vivieron y que hace parte inmaterial de nuestra vidas así no lo queramos aceptar. Por esto más que una crónica o un escrito cualquiera es una reflexión a cuidar el patrimonio del municipio y para resaltar el trabajo de cada una de las personas que se ganan la vida a diario en este lugar y que se esfuerzan porque este lugar tan colorido y lleno de vida en cada rincón no sucumba ante una sociedad regida por el olvido de sus habitantes.El pueblo crece y se vuelve ciudad pero entre sus edificios grandes, semáforos y globalización existe un lugar a disposición del que lo quiera utilizar, un lugar  que nunca dejará de existir ni siquiera en la ciudad más grande un lugar en donde no importa si eres blanco o negro, alto o bajo, pobre o si en cambio tienes toda la plata del mundo, cuando entres a la plaza te vas a dar cuenta el gran tesoro cultural que guarda Zipaquirá en sus calles; tesoro del que somos dueños todos,  tu y yo y cualquiera que lo reconozca como parte de su historia.


Escrita por: Daniela Vera Coronado 

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