miércoles, 19 de octubre de 2016

De las hortalizas al barro

DE HORTALIZAS AL BARRO


La cancha de San Andresito, una de las pioneras que dio inicio a este deporte en el municipio de Zipaquirá, hace más de 80 años se cambió la siembra de cultivos agro culturales, por un pedazo de metal y un poco de barro para las manos.

Terrenos fértiles, grandes, amplios y anchos, pero que no sobrepasaban la mitad de una cancha de fútbol, tierras de familias numerosas con ganas de salir adelante, cosechando productos en sus propias huertas. San Andresito, un barrio ubicado en el centro de Zipaquirá era el testigo de todos los martes de mercado que allí hacían, familias intercambiando los productos que cosechaban, papa, yuca, guisante, arveja, lechuga, cebolla,  productos que sus tierras tan bien cuidadas, eran capaces de dar este tipo de vegetales y tubérculos, era tanto el amor y el empeño que ponían a sus productos, que no era necesario usar químicos para su cultivo, de extremo a extremo, los niños, las señores, señores caminaban para cambiar un costal lleno de hortalizas tan verdes como el pasto en pleno invierno, por un bulto de cualquier otro producto cultivado por sus paisanos, gente de todas las clases sociales, con sus canastos llenos de mercado se veían por ahí, queriendo comprar allí sus productos tan orgánicos y de la tierra que los vio crecer, caminando kilómetros que entre  charla y charla no se sentían, tratando de conseguir la mayor variedad de mercado posible, cuando caía la noche y todo se empezaba a tornar oscuro era hora de recoger lo poco que había quedado de aquella mañana y tarde de un martes de mercado en el centro de zipa.


Foto: Plazas de mercado Bogotá
Tres lotes de media hectárea, con sus casas no muy grandes, palos, barro, y uno que otro ladrillo asomándose por los orificios  que el barro no alcanza a cubrir, plástico y vidrios complementaban la construcción de las casas de aquellas familias, sus lotes divididos por surcos de diferentes cultivos no sobrepasaban en gran magnitud el predio de sus vecinos, guisantes y cebolla era lo que más se cosechaba en unos de los lotes, presuntamente habitaban en este sitio más de 10 personas, niños y ancianos quienes con sus carisma se hacían cargo de todo lo que correspondía al huerto, en las mañanas salían los niños a regar los cultivos con agua para quitar el rocío de la neblina en las mañanas caía sobre ellos, si esto no se hacía en las mañanas, posiblemente sus productos no iban a sobrevivir si en horas de la tarde hacia tan solo un poco de sol, en la tarde después de almuerzo o en su hora, un adulto revisa que todo ande bien, que todo esté en perfecto estado, este era un terreno tan apto para cultivar estos productos que no había necesidad de utilizar ninguna clase de químicos, ni insecticidas, simplemente con un poco de agua que era reposada de las aguas lluvias en cantinas u ollas fabricadas por ellos mismos, un poco amor y cuidado bastaba para sacar estos productos tan orgánicos a la venta, un  negocio familiar que cada día crecía un poco más, que ya no solo vendía ni intercambiaba el cultivo dentro del barrio sino que ya se fueron extendiendo a la plaza de mercado ubicada a unas 5 cuadras del barrio San Andresito.
Meses después estos productos ya eran conocidos en la plaza de mercado de zipa donde se encontraban en abundancia los días martes, ya estas hortalizas y tubérculos eran conocidos, su tamaño no era tan común como el de los otros productos de los cultivos que llegaban exportados de otros municipios o ciudades del país. La gente muy humilde y sencilla, en principio los hombres quienes se hacían cargo de estos cultivos,utilizaban botas de caucho, ruana, sombrero y un bigote que al parecer de moda estaba en los año 1923 para los señores de la casa que se hacían cargo del trabajo agrícola.
Años después muchos de los lotes que se encontraban desocupados se fueron llenando de cultivos comunes como la arveja, guisante y cebolla, quitándoles el trabajo a aquellas personas que llevaban años en este proceso, los cultivos se empezaron a perder, la tierra a secar, y el carisma de la gente ya no era igual, lo poco que producían no era suficiente para mantener la familia completa, niños con ganas de salir adelante no paraban de trabajar, ya no era regando el cultivo por las mañanas, quitando el rocío sobre ellos, ya no era en su propio huerto donde veían crecer el esfuerzo de todos los días, ahora tendrían que ir, a cuidar otras huertas, mantener vivos los alimentos en otro lado fuera de su hogar, el dinero no alcanza para todos y la comida sí que peor.

Foto: ColombianaViva
4 años o más sin sobrepasar los 7, se vendió esa finca a un señor con bastante dinero, quien al cabo de unos meses despojando todo lo que tenía que ver con el anterior negocio agricultor donde se movía más la cebolla y el guisante, ya no quedaría nada, sin mucha indumentaria y sin complicación alguna  en esta época monto un negocio de cerveza, al sacarle provecho a ese negocio se fue instalando y creando fama en el barrio para ser el pionero de una de las primeras canchas de tejo que existía en esa época en el municipio de Zipaquirá.






Escrito por: Nathalia Ramírez Jiménez 

PLAZA DE MERCADO ZIPAQUIREÑA

LA PLAZA UN PATRIMONIO OLVIDADO


La siguiente crónica relata la historia detrás de la plaza de mercado del municipio de Zipaquirá, haciendo un pequeño recorrido por los lugares en los que se ubicó, las razones por las que se trasladó y la ubicación de la actual plaza de mercado llamada Villa de la Sal.

La plaza de Zipaquirá un lugar con historia la cual está en miles de sitios web y libros históricos traducidos a muchos idiomas,  que relatan las memorias de su catedral de sal, de sus mártires, políticos y de grandes escritores que vivieron en el municipio, pero en todos estos sitios se deja de lado uno de los muchos patrimonios culturales del municipio, la plaza de mercado del pueblo llamado Villa de la Sal, ubicada hace más de 60 años en  la décima con Esmeralda, al pasar el tiempo la infraestructura se fue deteriorando y debido a ello tuvo que ser trasladada a lo que hoy conocemos como el parque de la Independencia, en ese lugar duró más de 37 años, pero hace siete años fue reubicada en la séptima, momento en el cual la economía de los vendedores decayó ya que el sitio en el que están es más pequeño y menos reconocido por los habitantes Zipaquireños, la plaza tiene 1200 metros cuadrados, cuenta con dos entradas, la principal queda en la carrera séptima diagonal al terminal de transporte municipal y la segunda queda por la octava, este nuevo espacio está dotado con más de 48 locales, de mercado, pescado, cárnicos, pollo, ropa , especias, etc.
Al ingresar por la entrada principal se siente el olor a cebolla, pescado y carne, el piso refleja el lugar donde nos encontramos, los residuos  de comida se adhieren a la suela de nuestros zapatos al caminar por este lugar, el sonido de alborotado de voces se extiende hasta el último rincón ¡la plaza está llena!  A mano izquierda encontramos los baños y justo al lado está el único restaurante que tiene la plaza llamado “Las monas”, sitio que por sus exquisitos corrientazos para los comensales mantiene lleno, en especial en un día como hoy  martes, denominado el día de plaza, en el restaurante hay platos como bofe, caldo de criadilla, gallina, morcilla y chunchullo, al seguir nuestro recorrido observamos un local que tiene una gran variedad de especias para sazonar nuestras comidas, también cuenta con plantas medicinales ,aromáticas y matas para adornar y dar vida a nuestro hogar, continuando el recorrido llegamos al “hueco de la plaza” bautizado así por las mismas personas que trabajan allí, este lugar tiene varios locales de ropa, zapatos, cubrelechos,  canarios y peces, al acercarnos a la segunda entrada de plaza el olor a pescado invade  y agudiza nuestro sentido del olfato, al girar a mano derecha encontramos la sección de lácteos y pollo de la plaza.   



Al lado se encuentra la oficina del administrador, al dar unos pasos más el olor a carne cada vez es más fuerte, allí encontramos las carnicerías en estos lugares están los carniceros a la entrada de sus locales, con sus uniformes de color blanco manchados de sangre y con las manos que reflejan el trabajo que realizaron durante el día reciben a las personas con carisma y determinación que hace más agradable el trabajo en la plaza con sus compañeros, al llegar nuevamente a la entrada se puede observar la gran variedad de frutas y verduras que hay, el rojo del tomate, el naranja de la zanahoria, el verde de la manzana, la tierra que cubre la papa hacen que este lugar sea el lugar más colorido al cual alguien ha entrado, el brillo de las uvas, ubicadas en cada uno de los puestos marcan la concepción de color más puro que se pueda imaginar; la plaza no se puede convertir en un patrimonio olvidado por el municipio Zipaquireño, de esta forma logra llamar la atención de sus habitantes por sus productos frescos y precios que se ajustan al bolsillo de cada persona, la Plaza Villa de la Sal cuenta con dos riqueza que a simple vista puede ser la calidad humana y el mercado que se vende en ella, pero el conocimiento y la historia que alberga este lugar permite saber más de Zipaquirá, al ver los domingos y los días de plaza a los abuelos y a las familias ir a hacer su mercado nos damos cuenta que la plaza es una tradición que no se puede perder, miles de historias que contar de este lugar se quedan en la inopia social, no somos conscientes de toda la riqueza que nos rodea; más que la plaza de mercado es cultura, arte, sabiduría y un patrimonio que nos acompaña hace muchos años, de generación en generación y que en este momento los jóvenes nos estamos encargando de olvidar todo lo que nuestros abuelos y ancestros vivieron y que hace parte inmaterial de nuestra vidas así no lo queramos aceptar. Por esto más que una crónica o un escrito cualquiera es una reflexión a cuidar el patrimonio del municipio y para resaltar el trabajo de cada una de las personas que se ganan la vida a diario en este lugar y que se esfuerzan porque este lugar tan colorido y lleno de vida en cada rincón no sucumba ante una sociedad regida por el olvido de sus habitantes.El pueblo crece y se vuelve ciudad pero entre sus edificios grandes, semáforos y globalización existe un lugar a disposición del que lo quiera utilizar, un lugar  que nunca dejará de existir ni siquiera en la ciudad más grande un lugar en donde no importa si eres blanco o negro, alto o bajo, pobre o si en cambio tienes toda la plata del mundo, cuando entres a la plaza te vas a dar cuenta el gran tesoro cultural que guarda Zipaquirá en sus calles; tesoro del que somos dueños todos,  tu y yo y cualquiera que lo reconozca como parte de su historia.



Vídeo de la recolección de la información.
La siguiente Infografía sintetiza y explica la crónica anterior.

Referencia de imágenes 
https://es.pinterest.com/pin/325244404316972092/
http://137.74.99.232/imagen/la-concepcion-antigua-zipaquira.html
http://portalnews.co/images/Cundinamarca/mercado_zipaquira/plazademercado_zipa.jpg


Escrita por: Daniela Vera Coronado