VILLAVECES VITRINA CULTURAL OLVIDADA
fotografía: Jorge sierra
Cerca de la entrada del lugar más
reconocido y visitado de Zipaquirá, se
encuentra uno de los parques más antiguos y de mayor tradición para sus
habitantes; en la entrada de la Catedral de sal con una arquitectura colonial
de pocos cambios en sus remodelaciones, y un poco olvidado por los turistas se
encuentra el parque Villaveces, el cual
lleva este nombre en honor al ingeniero Ignacio villaveces, quien fuera
administrador de las salinas en el tiempo de 1942 a 1945, en su administración
se realizaron una gran cantidad de obras como la pavimentación de la carretera
que lleva a la mina y remodelaciones en la catedral.
Por esta razón en mayo de 1944 se tomó la decisión de bautizar el parque
con el apellido de este líder municipal,
desde sus inicios este parque contó con
una gran acogida por los turistas quienes subían caminando
para la catedral y paraban a descansar y visitar el Museo arqueológicode Zipaquirá, que se encuentra al costado occidental del parque, al salir se encontraban con una gran cantidad
de vendedores ambulantes alrededor del
parque.
Esta figura de comercio informal
generó una identidad en la tradición de los zipaquireños, ya que en ese
momento nacieron las figuras religiosas hechas en sal y dulces
caseros como: gelatinas de pata, dulces de anís, entre otros. Por esa
época hasta la tradicional chicha se vendía en este parque, así el
Villaveces se convirtió en una
vitrina cultural del municipio, entre los visitantes de la
catedral una de la paradas obligatorias era este parque y llevar de recuerdo
una de las esculturas de sal que
realizaban los mismos familiares de los vendedores.
Doña Libertad una de las vendedoras más representativas dice recordar con alegría como hace 60 años empezó
en el negocio como vendedora de recuerdos de la mina, del museo y los
tradicionales dulces artesanales del municipio, en esas épocas esto solía ser un buen negocio y un oficio que
promovía la cultura, con tan solo un
estante de madera y los primeros artículos
doña libertad vendía desde las 8 de la mañana hasta aproximadamente las 7 de la noche de lunes a
domingo, los pocos artículos quedaban sin vender los guardaba en un cajón de madera con un
pequeño candado en el andén del pasillo del parque.
Con el pasar del tiempo el parque
seguía convirtiéndose en icono cultural del municipio, poco después fue utilizado para todo tipo de eventos culturales, Libertad y sus compañeras disfrutaban
de los eventos donde se traían artistas de todo tipo y para todas las edades,
principalmente en las épocas de
Diciembre y semana santa donde con los eventos el negocio se convertía en más
rentable. Por esa época popularmente se le conocía como el parque de los
eventos.
Pero esto trajo otra serie de inconvenientes para los vendedores quienes
fueron reubicados en los andenes del parque en pequeños locales que les
arrendaba la administración local, quedaron más escondidas y el negocio se fue
a la quiebra, quedaron debiendo una gran
cantidad de dinero y luego fueron desalojados
en palabras de doña libertad " nos sacaron a punta de agua de los
locales", con la ayuda de
organizaciones culturales alrededor de hace 15 años lograron obtener un permiso para volver a vender en la
entrada del parque donde se hicieron más visibles.
Llegaron nuevos eventos como los juveniles donde se presentaban artistas
locales, pero estos no estaban interesados en los artículos de recuerdos y
artesanías sin embargo ellas se adaptaron y vendieron artículos como gaseosas,
cigarrillos, papas, chicles entre otros. Así se sostenían
con los. Eventos que se realizaban en este parque y un pequeña cantidad de
turistas quienes compraban sus artesanías, pero un día todo esto cambió y las
nuevas administraciones decidieron llevar
a otros parques sus eventos sociales y con ellos se fueron una gran
cantidad de clientes.
Como si esto no fuera suficiente las remodelaciones de la catedral de
sal vinieron con una gran cantidad de
locales, para vender mercancía dentro de
la mina y en su exterior, esto dejó en el total olvido a los tradicionales
vendedores del Villaveces y por esta razón muchos abandonaron su oficio
quedando un grupo reducido de tan solo 10 estos se sostenían con los pocos
turistas que subían caminando hacia la
mina pero al poco tiempo apareció el tren turístico que sube los turistas y
no se toma la molestia de parar en el
Villaveces.
Esto obligó a que en el de hoy solo se vean tres vitrinas ambulantes de
ventas de artesanías y dulces una de
ellas perteneciente a doña Libertad,
quien asegura que en algunas ocasiones
se tiene que devolver para su casa sin tan siquiera vender un solo artículo,
las dos únicas fechas en las que logra vender algo es e n semana santa y en
Diciembre gracias a los eventos que la alcaldía realiza en el Villaveces.
Es realmente admirable como ella
lleva más de 60 años vendiendo en el mismo parque sin abandonar una tradición a
pesar de tantos inconvenientes, hoy en día la poca gente que frecuenta este
parque se fija más en los restaurantes ubicados al frente del parque y del
nuevo comando del ejército que se ubica en el costado sur del Villaveces y casi
nadie se detiene mirar a Libertad y sus compañeras, otra parte olvidada de este
parque es el Museo el cual casi no recibe visitantes y cuenta con una riqueza enorme de elementos
de la cultura muisca y otras
civilizaciones perdidas indígenas.
Realmente la catedral de sal fomenta demasiado el turismo en la ciudad
pero quienes visitan el municipio solo
se limitan a ver la catedral y lugares tan hermosos y con riqueza histórica
como el Villaveces pasan desapercibidos, sin embargo el lugar se conserva con
una arquitectura colonial y los pocos vendedores que aún se mantienen en este y
que aumentan en los días de los eventos manteniéndolo como el parque de estos.
por: Jorge Sierra
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