domingo, 4 de diciembre de 2016

Un tesoro ambiental aun vive en Zipaquirá


Parque natural, conservado por el Municipio Salinero. Es un lugar ecoturístico de vital importancia por su fuente hídrica que alimenta la mina de sal, sus flora es rica en esencias y plantas medicinales. Carece de seguridad aledaña pero no es impedimento para que la gran cantidad de visitantes suban en sus ratos libres. 

Zipaquirá, un municipio que extraña sus zonas verdes donde brotaban cultivos y diversa flora que abundaba en varios colores, tamaños y olores, desbordando los andenes y asomándose a las carreteras. Las edificaciones han despojado la gran mayoría de vegetación, secando los posos laterales de las carreteras; la contaminación se descontroló a causa de la exorbitante población. En los últimos diez años, los Zipaquireños se tuvieron que acostumbrar a vivir rodeados de construcciones, zonas verdes baldías y contaminadas, son escasas las zonas con vegetación.
A las afueras de Zipaquirá vía Pacho hay una prueba interesante de la admirable naturaleza que algún día cundió el pueblo Zipaquireño, quedaron rastros. Al llegar allí es posible percibir el cambio del estrés de la ciudad a la tranquilidad que ofrece la naturaleza, es una zona amplia llena de fauna y flora; se encuentra una casa antigua con sus paredes de barro fuertes y sin grietas, llega a parecerse a un condominio campestre; cualquiera quisiera vivir allí, así sea solo por la vacaciones. La vista es increíble, se logra percibir la gran reserva de agua que alimenta a la mina salinera, su agua cristalina hidrata diariamente la hermosa vegetación que la rodea, llega a ser aproximadamente de tres Kilómetros de ancho y ocho Kilómetros de largo. Es considerado como uno de los parques hídricos naturales más ricos de Colombia, surtido por varias fuentes hídricas procedentes del páramo; es considerado como un lugar exótico y de turismo.
El estrés del sonido de los vehículos, el aire contaminado y la poca vegetación le roban energía a las personas, es una vida caótica y aburrida; por esto las personas viajeras y aventureras, aun las que no lo son, prefieren en su día de descanso subir a La Laguna del Pantano Redondo, allí sienten que les devuelven toda la energía que la contaminación de la ciudad y la rutina diaria les quitó. Siendo un lugar tan preciado y tan espectacular para visitar, hay personas que llegan allí a acampar, pero las reglas son estrictas en cuanto al cuidado de la Laguna; no podrán arrojar basura entre la laguna ni a sus alrededores, tienen que guardarlas en sus mochilas e irse con ella, las fogatas no son permitidas si no a varios Kilómetros de la laguna.
En algunas ocasiones hay circunstancias que detienen a las personas a subir a la Laguna, pues algunos de los visitantes han manifestado la poca seguridad que hay allí y en el camino de llegada; lo han dicho en la gran mayoría los ciclistas. Los ecoturistas extranjeros, suben la montaña con sus cámaras colgadas al cuello, sin miedo y sin pensar en que está la posibilidad de un atraco y puedan perder sus objetos valiosos, esto demuestra la cultura social de la nación Asiática, inocentes al compartimiento de algunos habitantes de Zipaquirá, ellos andan confiados por las carreteras con abundantes peatones y por las calles desoladas que suben a montañas, como a la del pantano redondo.
Para muchos fanáticos de espacios verdes y llenos de vida natural, pasan por alto los caminos oscuros y la inseguridad, para ellos no es un impedimento ya que aseguran contar con su propia seguridad, andando en grupos o simplemente con herramientas o armas de defensa personal, han intentado que la policía haga rondas en los caminos y en la laguna pero no ha habido la primer persona que vea un policía o alguien de seguridad allí.
A pesar de la inseguridad, la laguna sigue siendo muy llamativa para los turistas y algunos habitantes de la ciudad; un turista comentaba con cara de asombro y voz de orgullo, que le parece increíble e interesante que la laguna esté en tan buenas condiciones ecológicas frente al alto grado de contaminación que se presenta en el Municipio Zipaquireño, él afirma que la conservación de esta reserva es gracias a las 300 clases de plantas que rodean la laguna, haciendo posible la restauración natural y siendo resistentes a las inclemencias del clima y del ser humano, además de la conservación también armoniza la vista del paisaje para los visitantes: aquellas plantas llegan a ser tan importantes en la conservación de la laguna, así como muchas personas llegan a ser importantes en la vida de un ser humano, personas que mantienen la dicha de alguien, que lo levantan cuando está caído y lo protegen de las inclemencias de otros seres humanos y de diversas condiciones de la vida cotidiana.



Laguna del Pantano Redondo y la Casa Campestre ubicada en frente



Realizado por: Laura Camila Rodríguez Martín

jueves, 1 de diciembre de 2016

VILLAVECES VITRINA CULTURAL OLVIDADA
fotografía: Jorge sierra
  
Cerca de la entrada del  lugar más reconocido  y visitado de Zipaquirá, se encuentra uno de los parques más antiguos y de mayor tradición para sus habitantes; en la entrada de la Catedral de sal con una arquitectura colonial de pocos cambios en sus remodelaciones, y un poco olvidado por los turistas se encuentra  el parque Villaveces, el cual lleva este nombre en honor al ingeniero Ignacio villaveces, quien fuera administrador de las salinas en el tiempo de 1942 a 1945, en su administración se realizaron una gran cantidad de obras como la pavimentación de la carretera que lleva a la mina y remodelaciones en la catedral.
Por esta razón en mayo de 1944 se tomó la decisión de bautizar el parque con el apellido de este líder  municipal, desde sus inicios  este parque contó con una gran acogida  por los turistas  quienes subían  caminando  para la catedral y paraban a descansar y visitar el Museo arqueológicode Zipaquirá, que se encuentra al costado occidental del parque,  al salir se encontraban con una gran cantidad de vendedores ambulantes  alrededor del parque.
Esta figura de comercio informal  generó una identidad en la tradición de los zipaquireños, ya que en ese momento nacieron las figuras religiosas hechas en sal  y dulces  caseros como: gelatinas de pata, dulces de anís, entre otros. Por esa época hasta la tradicional chicha se vendía en este parque, así el Villaveces  se convirtió en una vitrina  cultural  del municipio, entre los visitantes de la catedral una de la paradas obligatorias era este parque y llevar de recuerdo una de  las esculturas de sal que realizaban los mismos familiares de los vendedores.
Doña Libertad una de las vendedoras más representativas dice  recordar con alegría como hace 60 años empezó en el negocio como vendedora de recuerdos de la mina, del museo y los tradicionales dulces artesanales del municipio, en esas épocas esto  solía ser un buen negocio y un oficio que promovía la cultura, con  tan solo un estante de madera y  los primeros artículos doña libertad vendía desde las 8 de la mañana hasta   aproximadamente las 7 de la noche de lunes a domingo, los pocos artículos quedaban sin vender  los guardaba en un cajón de madera con un pequeño candado en el andén del pasillo del parque.
 Con el pasar del tiempo el parque seguía convirtiéndose en icono cultural del municipio, poco después  fue utilizado para todo tipo de eventos  culturales, Libertad y sus compañeras disfrutaban de los eventos donde se traían artistas de todo tipo y para todas las edades, principalmente  en las épocas de Diciembre y semana santa donde con los eventos el negocio se convertía en más rentable. Por esa época popularmente se le conocía como el parque de los eventos.
Pero esto trajo otra serie de inconvenientes para los vendedores quienes fueron reubicados  en los andenes  del parque en pequeños locales que les arrendaba la administración local, quedaron más escondidas y el negocio se fue a la quiebra, quedaron debiendo  una gran cantidad de dinero y  luego fueron desalojados en palabras de doña libertad " nos sacaron a punta de agua de los locales", con la ayuda de  organizaciones culturales alrededor de hace 15 años lograron  obtener un permiso para volver a vender en la entrada del parque donde se hicieron más visibles.
Llegaron nuevos eventos como los juveniles donde se presentaban artistas locales, pero estos no estaban interesados en los artículos de recuerdos y artesanías sin embargo ellas se adaptaron y vendieron artículos como gaseosas, cigarrillos, papas, chicles entre otros. Así se sostenían con los. Eventos que se realizaban en este parque y un pequeña cantidad de turistas quienes compraban sus artesanías, pero un día todo esto cambió y las nuevas administraciones decidieron llevar  a otros parques sus eventos sociales y con ellos se fueron una gran cantidad de clientes.
Como si esto no fuera suficiente las remodelaciones de la catedral de sal vinieron con  una gran cantidad de locales, para  vender mercancía dentro de la mina y en su exterior, esto dejó en el total olvido a los tradicionales vendedores del Villaveces   y  por esta razón muchos abandonaron su oficio quedando un grupo reducido de tan solo 10 estos se sostenían con los pocos turistas que  subían caminando hacia la mina pero al poco tiempo apareció el tren turístico que sube los turistas y no  se toma la molestia de parar en el Villaveces.
Esto obligó a que en el de hoy solo se vean tres vitrinas ambulantes de ventas de artesanías y dulces  una de ellas perteneciente a  doña Libertad, quien asegura que en  algunas ocasiones se tiene que devolver para su casa sin tan siquiera vender un solo artículo, las dos únicas fechas en las que logra vender algo es e n semana santa y en Diciembre gracias a los eventos que la alcaldía realiza en el Villaveces.
Es realmente admirable como  ella lleva más de 60 años vendiendo en el mismo parque sin abandonar una tradición a pesar de tantos inconvenientes, hoy en día la poca gente que frecuenta este parque se fija más en los restaurantes ubicados al frente del parque y del nuevo comando del ejército que se ubica en el costado sur del Villaveces y casi nadie se detiene mirar a Libertad y sus compañeras, otra parte olvidada de este parque es el Museo el cual casi no recibe visitantes  y cuenta con una riqueza enorme de elementos de la cultura muisca  y otras civilizaciones perdidas indígenas.
Realmente la catedral de sal fomenta demasiado el turismo en la ciudad pero quienes   visitan el municipio solo se limitan a ver la catedral y lugares tan hermosos y con riqueza histórica como el Villaveces pasan desapercibidos, sin embargo el lugar se conserva con una arquitectura colonial y los pocos vendedores que aún se mantienen en este y que aumentan en los días de los eventos manteniéndolo como el parque de estos.


por: Jorge Sierra








miércoles, 30 de noviembre de 2016

Algarra III Zipaquirá

DE FINCA A BARRIO ESTRATO 5



Habría que devolvernos por lo menos unos 30 años en el tiempo, para ver como este sector de Zipaquirá contaba aún con un paisajes campestres y de tradición ganadera, las más antiguas familias recuerdan una de las fincas más grandes del municipio la cual pertenecía a los hermanos Vargas está llevaba en mismo nombre que su lechería. Un gran valor sentimental tenía este terreno para los hermanos Ricardo y Luis quienes en repetidas ocasiones se negaron en vender su finca y abandonar la ganadería para dedicarse al negocio de la industria y la construcción.
Con el pasar del tiempo el progreso y crecimiento  acelerado del municipio llevo las viviendas hasta los terrenos vecinos de la finca complicando así el traslado y mantenimiento del ganado, los hermanos Vargas se vieron obligados a comprar terrenos cerca a su lechería en el municipio de Cogua así poco a poco se veían más  forzados a vender la finca, después de varias ofertas de constructoras, alcaldías de paso e independientes tomaron la decisión de vender una parte de la finca, con la única condición de que la urbanización que se allí se construyera tuviera el  nombre de Algarra como la finca, desde el principio  los arquitectos en conjunto con las administraciones municipales pensaron en descongestionar un municipio que necesitaba progreso y lugares cómodos para vivir.

Es de esta manera que nace la carrera decima una de las más representativas de Zipaquirá, pensando en los habitantes de alto estrato se creó el barrio algarra donde se construyeron el teatro éxtasis, drogerias y todo tipo de comodidades se dividió  en lotes  y posteriormente se vendieron a precios elevados así el barrio se convirtió en el primero de estrato alto en el municipio.

El tiempo siguió pasando y todo siguió saturándose,  con el éxito del negocio de la vivienda  para estratos altos los hermanos Vargas recibieron una oferta imposible de rechazar para llevar este proyecto a la segunda fase así nace el barrio Algarra dos con construcciones de los primeros  edificios dedicados únicamente a la vivienda  y mini centros comerciales como saguamachica la primera zona Rosa del municipio, las familias más pudientes  que habitaban el barrio Algarra uno se fueron desplazando hacia  Algarra  dos, subiendo el estrato y manteniendo mejores comodidades para sus habitantes  y contando con una amplia zona comercialy lo más importante seguridad.

Con la llegada de diferentes necesidades y la innegable realidad de que este municipio ya no podría continuar con sus tradiciones ganaderas y pasó a ser  más una ciudad, los Vargas  decidieron vender la totalidad de su finca para continuar el proyecto así es como nace el barrio Algarra tres y desparece en su totalidad la imagen de una finca  para dar paso a la urbanización, con inversionistas motivados y un gobierno comprometido este se convierte en el mejor barrio del municipio contando no sólo con los lotes más caros y Mega construcciones si no que contó con la avenida  15 que es la más transitada y con el mejor comercio.
Dentro del comercio más representativo del barrio es la pendería Rico Mas Pan donde los primeros habitantes se reunían en las tardes para tomar un café  mientras tenían tertulias sobre el municipio  y recordar cuando Zipaquira solo era una cantidad de fincas  y como ahora es una cantidad de construcciones modernas convirtiéndole en una especie de metrópolis,  como afirma Jairo Bello habitante  del barrio.
De esta avenida  hacia abajo se encuentran la urbanización de más alto estrato en Zipaquirá, al ser un barrio que no tuvo que sufrir para construir carreteras, servicios ni nada que se le parezca  no cuenta con familias o lideres representativos con pequeñas exenciones como lo  era el arquitecto Ruperto nieto quien construyó su casa y un parque el cual los habitantes más antiguos del barrio lo bautizaron con su nombre,  debido a que  fue la única casa que estaba alrededor del parque hoy en día está rodeado de una gran cantidad de viviendas y es uno de los parque más visitados por sus habitantes.

desde su fundación donaciones hasta el día de hoy el Algarra tres se conoce con el sector residencial de los estratos más altos del municipio en este habitan ex alcaldes, empresarios, pensionados y  familias tradicionales convirtiéndolo en un lugar tranquilo y agradable  para vivir este cuenta con centros de salud, parques y todo lo necesario a la vuelta de la esquina es muy similar en cuanto a estructura a un barrio del norte de Bogotá sus habitantes son amables y les gusta compartir entre ellos sobretodo en la época  de Diciembre con bazares y novenas comunitarias aunque la figura de junta de acción comunal  no sea notoria  todos se conocen entre sí y es el  barrio de familias tradicionales y adineradas del municipio.


Infografía:










Nostalgia del pasado

Nostalgia del pasado

26 de Noviembre 2016

Por: Geraldín Arévalo Arévalo.

El progreso de un barrio, que día a día trabajó por un desarrollo en comunidad. Edificaciones, una Capilla y un colegio que ayudadron al crecimiento del barrio, que es su momento no fue más que un potrero desolado. 


Florecientes huertas adornaban las pocas casas que habían hace cincuenta años en aquel pequeño barrio llamado “Coclies” del municipio de Zipaquirá, un nombre bastante peculiar, según sus habitantes fue nombrado de esta manera debido a que en el parque principal del barrio habitaban varias nidadas de pájaros conocidos como “Cocli”, es hay donde surge la idea de ponerle ese nombre al barrio.
Para 1967 no eran más de nueve casas las que habían en esos inmensos potreros y una pequeña escuela que no tenía más de 20 estudiantes, la Institución Mariscal Sucre, pues era una de las casas la que servía como aula de clase, “había un sólo baño y los dormitorios servían para dividir los cursos y dictar clase” expresó Don Pedro Ríos, uno de los habitantes que fue parte de aquella buena historia, como suele nombrar a la escuela que no sólo le enseñó a leer, también a ser mejor persona, dice que fue muy afortunado pues recibir clase hace poco menos de 50 años perteneciendo a una familia de clase media era más que un privilegio.


Institución Mariscal Sucre
Tomada de: Fcaebook "Barrio Los Coclies".

Al llegar el medio día los niños salían de la escuela hacia sus casas, iban almorzaban, hacían las tareas en compañía de sus madres, tenían que aprovechar la luz del día, debido a que hasta cierta parte del barrio había alumbrado público, “pero eso no era ningún impedimento ya nos habíamos acostumbrado a alumbrar con esperma” y a las seis de la tarde cada niño regresaba a su casa, cansados de tanto correr por aquellos inmensos predios, algunos regresaban con raspones en sus rodillas pues las vías no estaban pavimentadas y por supuesto no faltaba quien se cayera, pues la carretera era muy empinada y correr por ahí se convertia en todo un riesgo.
Con el pasar de los años iban llegando más familias, ya para 1973 el número de viviendas que se habían construido era bastante alto, para ese momento todas las casas contaban con el servicio de alumbrado público. En cuanto al agua nunca se vieron afectados debido a que por los dos costados del barrio pasaban dos quebradas, una conocida como “El Chorro”, donde todas las familias se abastecían del preciado líquido, pues el agua desendia bastante rápido y por supuesto eran agua muy limpia; cada familia consiguio una manguera que partía de la quebrada hasta cada una de las casas, de esa manera cada vivienda contaba con un gran servicio, no por parte del gobierno sino de la naturaleza. Según la señora Ilde quien ha vivido en el barrio ya hace un poco más de cuatro decadas, fueron bendecidos por Dios con aquellas maravillosas quebradas,  “El agua del chorro era mucho mejor que la que actualmente llega por parte de la empresa de acueducto de Zipaquirá, esta de ahora sólo contiene químicos, la de antes era pura, de la naturaleza”.
Para ese entonces habían cultivos de papa, maíz, cubios y otro tanto de hortalizas, era lo que más se veía en el barrio, grandes sembrados que eran regados con el agua de la quebrada, poco a poco se fue sustituyendo por construcciones y hoy en día de eso ya no queda nada, aumentar el recuerdo.
Con la llegada de las empresas al municipio se generaban más opciones laborales, ¿pero que sucede cuando se beneficia la economía pero se afecta el medio ambiente? esa pregunta nunca se pasó por la cabeza de los residentes del barrio Coclies y hoy en día muchos de ellos se arrepienten de no haberse dado cuenta de la grave afectación que le causaron a la quebrada el Chorro. Pues con la construcción de una ladrillera en la parte alta del barrio muchos se veían bastante beneficiados, tenían el trabajo ahí, cerca, no tenían que caminar distancias exorbitantes para llegar hasta el trabajo, al parecer todo era muy positivo, además ahí mismo podían conseguir el ladrillo para construir sus viviendas, a bajo precio y de buena calidad. Sin embargo los hornos botaban bastante humo, el cielo se tornaba un tanto grisáceo, y los desechos que diariamente salían de aquella empresa eran arrojados a la quebrada, por lo que años más tarde el agua dejó de ser pura. “Como suele suceder en la mayoría de los casos, las empresas llegan, hacen de las suyas, acaban con los pocos recursos que tienen los barrios y se van como si nada, dejando a su paso sólo contaminación” expresa uno de los residentes que vivió muy de cerca este flagelo  en contra de la naturaleza.
“Martes de plaza” todos los hombres cabeza de familia luego de un arduo trabajo en empresas de flores o en las ladrilleras, llegaban a su casa, algunos tomaban un vaso de refresco, cogían un papel en el que estaba el listado de mercado que debían comprar, agarraban una canasta y se disponían a bajar hasta el centro, pues a pesar de que ya habían muchas familias viviendo allí, no contaban con ninguna tienda, ni panadería; todo debían comprarlo en las tiendas del centro, eran más de 25 minutos bajando a pie hasta la tienda más cercana, “el problema no era bajar, sino subir con esas canastas repletas de mercado, mucho peor si llovía”, recuerda Asencion Castillo, quien llegó muy joven al barrio junto con su familia.  Su padre llegaba exausto, casi en la noche pues era cuestión de tradición ir cada martes en la tarde de compras, “el comercio se ponía bastante pesado, todas las tiendas se llenaban, y en la plaza no cabía ni un alma más” y uno de los mayores problemas era que para ese momento no subían los buses, o como eran llamados anteriormente los “urbanos” por lo que debían subir el mercado en burros, pero sólo aquellos que contaban con la suerte de poseer uno, otro tanto tenía que subir las empinadas lomas que caracterizan al barrio a pie, con las canastas al hombro, cuando llovía el camino se volvía intransitable, eran un completo lodazal y se demoraban casi el doble de tiempo en subir hasta sus casas.
Celebración Virgen del Carmen.
Tomada por: Alba Lucia Salazar
Zipaquirá era un completo atractivo para todos aquellos que deseaban intercambiar sus enceres, como es bien conocido el famoso trueque, por supuesto era realizado los días martes, según cuenta don Giovanni Farfán quien ha vivido en el barrio 39 años y quien ha diario escuchaba atento las decenas de historias que su abuelo le contaba sobre aquellas tradiciones del barrio, recuerda que por la calle 22 del barrio Coclies hacia la montaña era el camino de herradura, que conducía hacia Pacho, “eran especialmente los campesinos los que venían a cambiar sus productos agrícolas por sal, aún en este momento en el monte donde antes quedaba el camino se ven las pisadas de las herraduras de los caballos, también huellas de todas las personas que transitaban por allí. Era el momento preciso para darse un buen baño y dar de beber a sus caballos, pues el camino era bastante largo y sol era inclemente”.
A mediados de 1980 se empezaron a pavimentar las vias, los urbanos ya subían hasta la famosa “Y” del barrio. La casa de la señora Marta Suárez, quedaba un poco retirada de donde la dejaba la buseta, tenía que caminar más o menos 10 minutos, pero sin lugar a dudas fue un gran proceso para el barrio, “los urbanos pasaban cada media hora, subían repletos y donde uno se quedará del último que pasaba como a las 5:30, le tocaba subir a pie”; expreso con algo de melancolía “ese fue el mejor momento de todos”, se podía caminar por las calles en la noche, solos... Y no había ningún peligro, las puertas de las casas se dejaban de par en par y no pasaba nada. Es en este momento donde surge el interrogante ¿qué pasó? Si era un barrio tranquilo, construido por familias luchadoras, trabajadoras, ¿en qué momento la delincuencia se apoderó del barrio?, el concepto de familia se tenía muy claro, se respetan la.palabra de los padres, profesores y adultos mayores. Pues según muchos de sus habitantes  con la llegada de tantas familias al barrio se comenzó a volver muy inseguro y traigo a colación aquella famosa frase “todo pasado fue mejor” o por lo menos eso es lo que se escucha mencionar en cada adulto mayor.

No se puede negar que algo no ha cambiado ni cambiara jamás, es el hecho de que cada persona que llega a la parte alta del barrio se enamora de la maravillosa vista, pues desde ahí se puede apreciar un 70% de Zipaquirá y algunos municipios aledaños. Un barrio de tradición católica, de hombres y mujeres trabajadores. Apasionados por aquel viejo deporte que tantas alegrías y triunfos a llevado al barrio: el tejo.  Sigue siendo tradición que cada viernes se reúnen los hombres a jugar, dicen que no hay nada que los llene más de alegría que estallar una mecha y tomarse una cerveza fría, anteriormente se brindaba con guarapo o chicha que se vendía por “garrafas” en las dos tiendas que acaban de llegar al barrio, una bebida bastante apetecida para todos aquellos que querían pasar un rato agradable con sus amigos.


https://www.youtube.com/watch?list=UU2uYpIG0_pm31FcdeatErZg&v=diL2yYpsB58





Infografía Barrio Los Coclies





Biografia: 

EN TIERRA DE FESTIVALES


EN TIERRA DE FESTIVALES


Festival Cultural Salinero, representación para Zipaquirá


Una tarde entre el sol ardiente, los carros, buses y motos, cruzaban entre la carrera once con calle cuarta; mi compañera cerca de un puesto de comidas rápidas compraba su almuerzo, se giró hacia la derecha, miraba e lado a lado sin darse cuenta que yo estaba desde hace tiempo observándola, hasta que por fin pude cruzar la calle para saludarla, me vio y pregunto.

Foto tomada por: Andrea Garnica

__ ¿Te importa si almuerzo?

Le respondí
__ No, tranquila.
Enseguida nos dirigimos a la estación del tren, ubicada en el parque de la esperanza, le preguntamos a Juan Carlos, un joven de la prensa, nos brindó un dulce de tantos que tiene en una pequeña vasija de cristal que está encima de su escritorio, le preguntamos sobre las fiestas populares de Zipaquirá, por supuesto nos dio varias ideas, una de ellas el Festival Cultural Salinero; no supo que más decir, pero junto  a Juan Carlos estaba el profesor de danzas  de la Uniminuto su nombre es Alejandro, el también dio su opinión de las fiestas haciendo énfasis en esta.
Salimos de allí, entre charla y charla con mi compañera, caminamos cinco cuadras hasta llegar a la casa Museo Quevedo Zornosa, nos atendió una señora cuyo nombre desconozco, ella nos dio el número de una persona que  nos podía ayudar con esta tarea, su nombre es Carlos Riaño, según ella, él es historiador de aquí de Zipaquirá, “el hombre perfecto para colaborarnos con esta investigación”.

Minutos más tarde llegamos a la alcaldía municipal de Zipaquirá, buscamos la oficina de turismo, al entrar una puerta mediana de vidrio separaba las oficinas de la puerta principal, me asomé y un señor, ya de varios años, me hizo el gesto que pasara, pero no pude abrir la puerta, mi compañera intentó y tampoco lo logró, el señor al ver que no pudimos abrir la puerta, se paró de la silla de su escritorio y por fin n os abrió, nos dijo.
__Buenas tardes, en que les puedo colaborar.
Mi compañera respondió.
__Estamos buscando a la directora de turismo.
El señor nos dejó pasar, nos enseñó la oficina de la directora, pero desafortunadamente no se encontraba, pero hablamos con dos de sus trabajadores, la señora Lady y el señor Pedro; les preguntamos sobre las fiestas populares de Zipaquirá, Pedro empezó a contar sobre el mismo festival que nombraba Juan Carlos, el joven de prensa y Alejandro el profe de danzas de la Uniminuto; pero fue interrumpido por una pregunta que el mismo nos hizo.
__ ¿Traen carta por parte de la universidad para solicitar información?
Mi compañera muy enojada le respondió.
__ Pero si esa es información del dominio público, no se necesitan permisos.
Lady hablo y dijo.
__ Se necesita carta de solicitud para cualquier cosa que ustedes necesiten.
Pedro nos mandó a labiblioteca Arturo Warner, ubicada en la carrera 9, justo al lado del teatroRoberto Mc Douall; este recinto tiene un aspecto de casa vieja, elegante, escaleras grandes, puertas por doquier y la estatua de Santiago Pérez en toda la entrada; en el segundo piso está el salón de música y justo enfrente la biblioteca, en este lugar se encontraban dos niños en un computador haciendo una presentación, enseguida de ellos estaba un señor de edad, leyendo el periódico muy a gusto, detrás de él estaba otro señor de edad incluso también leyendo el periódico.
Foto tomada por: Andrea Garnica

Le preguntamos a la bibliotecaria que si nos podía ayudar, le contamos el tema y nos prestó tres grandes libros en donde está toda la historia de Zipaquirá, nos sentamos y empezamos a buscar en los libros, lastimosamente no encontramos nada de lo que estábamos buscando, pero si encontramos otras cosas interesantes, como por ejemplo, la historia de una cantante internacional, su nombre de pila es Erika Liliana Acuña Angarita, y su nombre artístico es “Miranda”; esto no lo sabía ni mi compañera ni yo. Dato curioso.
Desesperadas de no saber qué hacer, porque nadie nos quería ayudar, llamamos a la bibliotecaria, y le preguntamos.
__ ¿Usted se acuerda de alguna festividad que se hace aquí en Zipaquirá?, ella muy nerviosa contesta que sí, empieza a decir que hay una festividad que le gustaba mucho, pero que ya hace mucho tiempo no se hace, este es “el reinado de la sal”, afirma que en un tiempo se hacía actualmente, pero de muchos años para acá no se volvió hacer y no sabe por qué; otra festividad que ella recuerda y que si se hace cada año, es la semana cultural que se celebra en agosto y una más especial que es el Festival Cultural Salinero, esta es una celebración que se hace en octubre, los mineros veneran a la virgen de Guasa, hacen misas en la mina para pedirle que los proteja y que siempre los mantenga con bien; familias enteras de mineros asisten a esta para pedir por estos grandes trabajadores que cada día exponen su vida. Eso es todo no supo que más decir.
Mi compañera decide salir a llamar al señor Carlos, el historiador, pero no responde a su celular.
Ya cansadas de caminar y ver que no tenemos información suficiente sobre el tema, nos vamos de la biblioteca no sin antes explorar un poco en ella, libros de poesía, novela, historia, matemáticas, ciencias, literatura, entre otros libros; hay una sala al final del salón, un cuarto pequeño que es la sala infantil, nos enteramos que allí hacen talleres de técnica vocal, clase de instrumentos para tocar y talleres de literatura para los niño y niñas de Zipaquirá.




Por: Andrea Garnica.

Referencias: Garnica Andrea, tomada por fuentes primarias (entrevistas)

martes, 29 de noviembre de 2016

CUARENTA CASAS IGUALES



            CUARENTA CASAS IGUALES

 Escrito por: Nathalia Ramírez Jiménez
Miércoles, 30 de Noviembre de 2016


 Santa Mónica es uno de los barrios más conocido por los zipaquireños, debido a su originalidad en la construcción de las viviendas. 40 casas iguales son las que posee este barrio, cerca al ferrocarril y aledaño a 5 barrios. 

Sonando dos veces el claxon; a 300 metros en el ferrocarril, se sacudía el suelo como si un temblor se avecinara, precisamente no era un problema sismológico; estas eran las señales que daba el tren para dar a viso a su llegada al barrio Santa Mónica en Zipaquirá.

Un terreno árido, frío y poco habitado era este barrio hace más de 30 años, quienes hacían parte de este barrio eran tres familias que lo habitaban, cada una ubicada alrededor de 200 metros de distancia, niños corriendo; jugando con lo poco que ofrecía este sector, zonas verdes en las cuales compartían los fines de semana con sus padres, y zonas en las cuales los cultivos no se daban.  Al paso del tiempo, caminando de barrio en barrio, cuadras y varios metros para llegar a una tienda para conseguir víveres, utensilios de aseo, etc. Un habitante del barrio Santa Mónica, decidió emprender un negocio, solo le bastó con tener su garaje desocupado, limpio y libre de todo aquello que perturbara la atención del cliente. Pasó de ser un garaje a la primera tienda del sector, cajas de vidrio, stand de madera fabricada por su mismo dueño, y unas cuantas canastas de mercado puestas sobre largos  soportes de hierro,  las personas debían caminar 400 metros para llegar a la primera tienda que se veía en este barrio, ya no debían exponerse tanto, ni gastar mucho tiempo para conseguir lo que se necesitaba.
El barrio lo urbanizó  Guarini Pombo aproximadamente 35 años, aprovechando la circunstancia en la que se encontraba, Pombo al ver que al horizonte, este, oeste etc. no había nada, esto generando una duda pero a la vez se venía una buena idea a su cabeza, el sector tenía buen aspecto para empezar a urbanizarlo, llenar sus áridas y algunas verdosas zonas con cemento. La maquinaría al cabo de unos años de gestión y papeleo se empezó a ver en el terreno, primero dividiendo de norte a sur su carretera, y finalizando con las calles completamente llenas de todo el material disponible para dar inicio a esta ‘’magnifica’’ obra.
El transporte era escaso, la movilidad en dos llantas y dos pedales era incómoda para algunas personas, especialmente para aquellas que de silla tenían el marco de hierro de la bicicleta, y no tenían donde apoyar sus pies, otros se veían pasar en caballos, haciendo expresos de un barrio a otro, y cargadas las mulas de mercado se llenaba la tienda de ello.
Siendo este barrio el más pequeño del sector, con tan sólo una cuadra de extensión los habitantes eran felices. Don Carlos asegura que ‘’Aleñados a Santa Mónica se encuentra: Santa Rita, La Esperanza, San Carlos, al oriente se encuentra La Florida y comuneros que se encuentra más arriba’’ los cuales son barrios de hasta 4 cuadras de grandes, afirmando que Santa Mónica no se encuentra dentro de los más grandes.
La constructora que decide urbanizar el sector, inicia con una casa modelo de dos pisos, 1 baño en cada piso, sala comedor, una cocina básica, patio de ropa y tres alcobas era lo que componían la casa, su fachada nada extravagante, pero muy llamativa, inquietó a los demás habitantes del municipio de Zipaquirá, formando así filas para conocer el modelo de lo que iban a ser las casas de Santa Mónica, lujos y cómodas en el momento, no era un conjunto cerrado, ni casas del Estado, simplemente la constructora decidió hacer 40 viviendas exactamente iguales. La casa modelo ubicada en la carrera A20 14ª 45 inicia a mitad de cuadra, dejando su frente libre de zona verde en el cual iba a ser instalado un parque para los niños.


Al hacer entrega de estos apartamentos, los servicios básicos era con lo único que contaban, agua y luz, en ese entonces, la parabólica, el gas, el teléfono, no existían.












Referencias:
*http://www.biciwilliams.com/
*http://www.verpueblos.com/navarra/navarra/ujue/foto/436895/
*https://www.youtube.com/watch?v=WSTTB0HI41g (Publicado 30 de marzo de 2013-Mariano Miguel L.)
*http://www.zipaquira-cundinamarca.gov.co/index.shtml#2