lunes, 24 de octubre de 2016

ZIPAQUIRÁ A PASO FINO


Los caballos tienen un lugar muy significativo para una parte del pueblo Zipaquireño, sus grandes he imponentes pasos  con herraduras retumbaban  con mucha frecuencia en las calles, cuando las fiestas infórmales y ferias llamaban a exponer a su mejor equino, guiados por sus jinetes para que estos los cabalgaran con el mejor de los pasos, y así conformar un espacio en el municipio donde la pasión y la cultura por los caballos, encajara de alguna forma en la mente de quien se viera interesado por estas actividades de algunos pocos que vieron un futuro próspero en el paso fino de sus animales.

Las cabalgatas no tienen una fecha de inicio establecido, es muy poca o nada  la información que se obtiene, en los libros no se relata de ello, solo se encuentran las voces que vivieron y participaron de todo esto y través de sus comentarios descubrimos, que  nacen en la plaza de ferias  como un acto informal de un grupo de personas que quieren compartir el mismo gusto por estos animales, donde participaban, ganaderos, comerciantes, y cualquiera que tuviera un caballo,  se hacía parte de este círculo, donde al acabar el día y dar por terminado la cabalgata se disponían a relajarse tomando diversas bebidas acompañadas de un trozo de carne en la casa de alguno de los participantes. El dinero era un gran factor, sin decir que es el eje central que mantenía viva todas estas  actividades por la gran cantidad de tiempo que se le tiene que disponer al cuidado de su animal, su adiestramiento y los diferentes implementos que se les debe otorgar para que sobresalga y así caiga  sobre el la senda de grandes victorias  he innumerables recuerdos.
Una mujer que lleva en su ADN el amor por los caballos y se ve interesada en realizar cabalgatas en diversos lugares de Colombia, es la profesora Martha Lizzy docente de agroecología de la Universidad Minuto de Dios centro regional Zipaquirá, quien nos otorgó una serie de entrevistas para hablarnos de esta tema que genera en ella varios sentimientos de alegría y nostalgia, puesto que es recordar un pasado no muy lejano donde participaba en estos eventos de forma activa y comprometiéndose con la causa equina en el municipio, y es tanto la responsabilidad que tiene con la familia de los caballos que ella y otras personas que se mueven en el mundo del ganado, vieron la importancia de crear  algo a nivel institucional y así en el año 2010 se llevó a cabo la conformación de la corporación caballistica ciudad de sal o en palabras simplificadas CABASAL que desde el primer momento de creación mantuvieron la mayor disposición con el fin de generar un espacio de reconocimiento y levantando una voz que decía, que Zipaquirá además de ser la ciudad salinera de Colombia también podía abrir las puertas a más actividades que se realicen con la mejor de las intenciones para el crecimiento cultural del municipio.

Algunas de las actividades de las cuales hablamos y fueron explicadas por la profesora, se realizaban en el hoy deteriorado por el tiempo y el abandono municipal,  el coliseo Parmenio Páez,  lugar donde montones de equinos eran expuestos y probados en un concurso para medir las capacidades del jinete al mando de su caballo, “el 50% del trabajo depende del Chalan (que es la manera de llamar al jinete o montador) y el otro 50% es el adiestramiento del caballo” dice Martha lizzy, que comenta que el orgullo y carácter de este animal no tienen comparación, el sabe que lo observan por tanto quiere sobresalir, entiende que hay otros que le quieren robar el lugar,  por eso al caminar lo hace con cierta imponencia acompañado de un porte sin igual, con  pasos son muy distinguidos y sincronizados, pero continuando con el relato de los concursos, estos tenían unos pasos a seguir, uno de ellos es la prepista donde los veedores empiezan a observar al caballo y concluyen si este cumple con ‘las normas de fenotipo, aplomos, cola, e identificar si se encuentra en condiciones de salud para competir, el otro paso es el que se cumple en pista que se compone con  pruebas de obstáculos, donde el  caballo tiene que saltar por encima de una barra de madera que no supera los  seis metros de altura, otro es el que se lleva a partir de tiempo, y es un circuito donde se colocan dos barriles a cierta distancia y el caballo tiene que dar una vuelta en forma de ocho sin golpear ninguno de estos barriles en la menor cantidad de segundos, en estas pruebas también se miden tres ítems importantes el andares que se divide en cuatro ejes, paso fino, Trote, trocha y galope, el otro ítem es la cadencia donde se valora la suavidad, armonía, obediencia, rienda, y el siguiente ítem es la elegancia donde no solo se prueba al caballo sino al chalan o amazona como se le denomina a la jinete femenina y como el equino se comportó en las distintas pruebas de obstáculos.

A la hora de premiación los ganadores además de recibir un trofeo y dinero, se les hacen entrega de cintas con el color de la bandera nacional de Colombia, rojo para el tercer lugar, azul, para el segundo, y amarillo para el ganador, pero cuando alguien vea a un caballo con el escudo de Colombia deberían mostrar  mucho respeto, porque se encuentran ante la presencia de uno de los mejores caballos con un valor calculado en varios millones, algunos sobrepasan las barrera de los 100 millones de pesos colombianos.


Como anteriormente habíamos mencionado la profesora Martha lizzy  estuvo presente en la conformación de CABASAL, ellos le apostaron y lograron hacer distintas ferias alrededor de los caballos desde el 2010 y su esfuerzo se vio recompensado cuando FEDEQUINES que es la que certifica todas las fiestas y ferias de Colombia  le otorgo a Zipaquirá una clasificación  clase B en estos tipos de fiestas, lo que significa que estaban creciendo y reunían a muchas personas de distintos municipios, pero en ocasiones la magia no dura para siempre, ojala se pudiera concluir este relato diciendo, que esto sigue siendo como en esos días, pero de a poco todo decayó, los que financiaban a CABASAL se fueron por  distintas razones dejando solo, el nombre presente.


Por Diego Rodrìguez 

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