jueves, 3 de noviembre de 2016

Cementerios, el último destino por visitar.

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Un terreno en donde más de mil almas descansan, el cementerio, considerado por la sociedad como un campo santo y paradójicamente lo podríamos llamar el punto final en la historia de todas las personas, ya sean buenas, malas, ricos, pobres y demás. En Zipaquirá hay un cementerio el cual se ha dado a conocer en este y demás municipios de la Sabana, este es el Parque Cementerio, ubicado en el barrio las Villas que con sus 45 años de historia alberga los cuerpos de más de 700 personas.

                                 
     
Al caminar por aquel lugar se siente una bella paz, permitiendo recordar las cosas más importantes de las personas enterradas allí, este es un sitio tranquilo, que se mantiene en silencio, el cual permite que las familias dispuestas a visitar a sus seres queridos puedan sentir una conexión espiritual y religiosa y que la persona a la que están visitando no está tan lejos. 
Esmeralda Rodríguez, gerente del Parque Cementerio desde hace cinco años, en una entrevista asegura que el equipo de trabajo del cementerio se encarga de tener una absoluta hospitalidad con sus clientes, la misma hospitalidad recibida por María del Carmen, ella es una mujer que frecuenta el cementerio desde hace 11 años, cuando su esposo era vigilante de este terreno y ella se vinculó al Parque Cementerio laboralmente, allí mismo vivían, en una pequeña casa, la cual cuenta con todas las condiciones aptas para vivir, actualmente este pequeño hogar al que le pertenecen muchos recuerdos es apodado por los trabajadores de allí como
“El Iglú” en el cual María del Carmen y su esposo vivieron hasta que él lamentablemente falleció, ella nos cuenta como era de natural para su familia estar en el cementerio día y noche, sobre todo en las noches, a pesar de que fuese un campo en donde reposan los restos de personas fallecidas, sagradamente debían cumplir con dar varias rondas por razones de seguridad, nunca se sintieron atemorizados por actividades paranormales ni nada por el estilo, este era su hogar, el lugar en donde encontraban paz, actualmente María trabaja con el cementerio sintiéndose en familia, gracias al tiempo que ha laborado allí.

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Son muchas las historias pertenecientes a este sitio, como si de un libro se tratara, entre ellas también está la del primer cuerpo enterrado bajo tierra allí, es un caso no muy conocido por todos los zipaquireños, el de GuillermoQuevedo Zornoza, maestro y compositor del himno de Zipaquirá, quien recién fallecido en el año 1964, fue enterrado en el Cementerio local de San Juanito, ubicado hacia el occidente de la ciudad pero al inaugurarse el Parque Cementerio en el año 1971, sus directivas junto al Gobierno municipal tomaron la decisión que el primer cuerpo en descansar en el nuevo cementerio sería el de Guillermo Quevedo, para esto se llevó a cabo el proceso de traslado del cuerpo desde el cementerio de San Juanito al Parque Cementerio en donde aún reposan sus restos, junto a los de su esposa María Navas de Quevedo, fallecida en el año 1965. (Escuche: Playlist Recopilación Guillermo Quevedo Zornoza - Compositor)


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Los dos cementerios anteriormente nombrados aún se encuentran en funcionamiento, sin embargo hay un sector importante en Zipaquirá del que muchos desconocen su historia como catacumbas y en donde a día de hoy hay una zona residencial, esto es en el barrio La Concepción, donde también se encuentra ubicada la Plaza de la independencia, ubicada también hacia el sur de Zipaquirá, este lugar se adecuó como cementerio municipal ya que la ubicación era la indicada, en los años 30’, cuando la demografía del municipio era limitada y descentralizada, la mayoría de las personas habitaban cerca a esta zona, en donde también había una iglesia, en este entonces llamada “La ermita de Santa Bárbara” hoy en día conocida como “Capilla de los Dolores”, puede decirse que en esta época una de las zonas más habitadas de Zipaquirá era esta de la cual también hay una historia o tal vez considerarlo como mito dado décadas después, es la historia de José Miguel Vargas, uno de los encargados por parte del municipio de la adaptación del terreno, que en ese entonces dejaría de ser un cementerio, Vargas, quien durante el arreglo de este campo tuvo contacto físico directo con el suelo bajo el objetivo de arreglar el daño de una de las maquinas manipuladas para la remoción de tierra; Carlos Riaño, conocedor del caso, en entrevista nos cuenta que  este por ser un campo santo José fue víctima de un “Frio de muerto” fenómeno no muy escuchado o nombrado entre las personas, pero evidenciado supuestamente en este caso, en el que con el paso de los días José Miguel fue envejeciendo rápidamente y asimismo su estatura fue reduciendo hasta semanas después darse por fallecido, un caso misterioso pero que compone parte de la historia de un sector de lo que hoy es Zipaquirá, en donde hoy funcionan los saturadores de la Mina de Sal, primera maravilla de Colombia y la iglesia de una comunidad cristiana llamada Beteshda. Se vale pensar en la probabilidad de que este lugar pueda considerarse hasta hoy como campo santo, en donde tal vez aún se encuentran restos óseos de nuestros antepasados, los cuales gracias a su hallazgo se podrían convertir en reliquias de un último destino por visitar, el cementerio. 
                                                                                                                                               

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